En contra de lo que se pueda llegar pensar la capacidad de liderazgo no se marca por la jerarquía o gente a la que tienes que liderar sino por la capacidad de influencia que tienes para que la gente te siga.
Es evidente que el hecho de tener un cargo da más posibilidades para que la gente te siga, pero que la gente acate tus órdenes no significa necesariamente que te sigan con convicción por tus dotes de líder.
En un grupo de trabajo, el líder es realmente aquel que influye en el grupo sin necesidad de mandar, aquel del que el resto del grupo espera escuchar su opinión para decidir cómo actuar, aquel al que los demás consultan cuando no saben cómo seguir, aquel en definitiva que por sus conocimientos, experiencia y facultad de decisión tiene capacidad de liderazgo.
El buen líder nunca intentara imponer sus ideas o métodos sino que escuchara a los demás y buscara la forma de armonizar las ideas de los demás a sus propias ideas, además, siempre buscará la forma de aliviar la tensión en momentos complicados y recurrirá a sus habilidades para derivar la tensión a la distensión, animando al resto del equipo para que no decaiga la sinergia del grupo.
Si el líder no es el jefe, será una especie de sindicalista del grupo pero siempre buscara que el jefe piense que la buena armonía del grupo viene derivada de su buen hacer como jefe, si el jefe descubre que hay un líder en el grupo que minusvalora su función será la constatación de que el supuesto líder no era tal.
El líder no se siente líder, lo es sin ni siquiera darse cuenta.
Realmente es su condición y no tiene ninguna vocación de ser líder, es líder porque los demás le ven así y su liderazgo es más fuerte precisamente por eso, porque la sencillez y naturalidad que transmite generan aún más confianza en los demás.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, un buen líder no tiene por qué ser un buen jefe, tiene más posibilidades de serlo, pero a veces el poder confunde al buen líder y le hace perder la perspectiva cometiendo la torpeza de abandonar el camino de liderazgo marcado convirtiéndose en un jefe más que ordena y manda sin tener en cuenta si el equipo le sigue o solo le obedece. Y en ocasiones aquellos que seguían al líder casi sin darse cuenta al ver que ha ascendido empiezan a descubrir errores que antes obviaban por la ceguera ejercida por su liderazgo, o en otras palabras por la envidia.
Y tú ¿crees que tienes madera de líder o te conformas solo con ser un jefe más?
Escribiendo por no aburrirme