Algunas veces en mis partidas siento que hago un ajedrez perverso, como si Maquiavelo guiara mis movimientos.
Soy muy dado a jugar pensando en engañar al rival, obviando las mejores jugadas y eligiendo a sabiendas de que son peores jugadas que solo buscan el fin de provocar el error del rival.
Es un tipo de juego que suele ser castigado pero de no ser así suele reportar victorias rápidas ante rivales incluso más fuertes que yo.
Tengo multitud de ejemplos en mis partidas de este tipo de planes y jugadas vilipendiadas en nada que llego a casa por Houdini, Rybka o Fritz pero que obtienen más frutos de los que deberían en el juego real, llevándome a seguir recurriendo a ese innoble arte una y otra vez.
Uno de los mayores exponentes de esta forma de jugar es mi partida con el Maestro Fide Héctor Bárez en la Semifinal Individual de Madrid de 2012, donde un plan manifiestamente especulativo y un ajedrez perverso me llevaron a ganar drásticamente una partida cuando lo normal es que me hubiera llevado a una derrota merecida.
Espero que os guste porque aunque el ajedrez sea perverso hay un fondo de sutileza en la vileza.

Escribiendo por no aburrirme