Para ser maestro de ajedrez no es sólo necesario un título oficial también se requiere ser un señor en el tablero.
A lo largo de mis años de jugar al ajedrez me he enfrentado a bastantes maestros y la perspectiva de los años me ha hecho valorarlos no sólo por su nivel de juego sino también por el respeto al rival que demuestran en los torneos.
Ser un maestro de ajedrez no consiste solamente en ganar más partidas que otros, consiste también en respetar al rival independientemente de su ELO (clasificación continua que evalúa a los jugadores dependiendo de sus resultados en torneos homologados por la FIDE), he jugado con muchos grandes maestros y maestros internacionales que pese a su gran juego luego te demuestran que como personas están muy lejos de la maestría.
No es mi intención señalar a ninguno en particular en el lado negativo, no sería correcto por mi parte mencionarlos pero si me gustaría contar algunas anécdotas contando el pecado pero no el pecador.
Recuerdo hace muchos años en un torneo de semirrápidas en un pueblo madrileño, que me tocó jugar con un fuerte Maestro Internacional de los que por aquel entonces ganaba muchos torneos de ese tipo que se celebraban por España, era la segunda ronda y lo lógico es que hubiera sido una muesca más en su revolver pero me salió una buena partida y para mi sorpresa acabe venciendo, justo cuando me abandonaba me dijo muy indignado:
– No te has merecido ganar.
Yo me quede muy sorprendido y solo acerté a balbucear:
– Pues yo creo que sí.
Lo sorprendente del hecho es que la partida fue de lo más normal ni hubo un gran error ni una gran equivocación ni nada que pudiera llevar al enfado del maestro salvo el simple hecho de la derrota. Al final él se recuperó en el resto de las rondas y acabó segundo, al terminar el torneo antes de empezar la entrega de premios, se me acerco y me pidió perdón por su comportamiento y me felicito por la victoria diciéndome que fue más que justa y que no debería haberme dicho lo que me dijo, básicamente tuvo dos comportamientos uno en caliente en el que no demostraba ser un maestro de ajedrez y otro en frio en el que me demostró que sí.
Otro caso que me llamó la atención, fue en otro torneo de semirrapidas madrileño en las que un maestro Internacional decidió seguir jugando hasta que le di mate pese a que era él el que tenía apuros de tiempo y yo tenía dos damas de ventaja, duele ver que un maestro de ajedrez tenga ese comportamiento cuando jugadores aficionados enseñamos a los jugadores noveles que abandonar en posiciones claramente perdidas es un gesto de respeto a nuestro adversario.
Seguiría contando anécdotas negativas y os invito a que me contéis algunas vuestras en los comentarios (sin mencionar al pecador), pero como soy un tío positivo prefiero destacar a un maestro de ajedrez de verdad, un maestro internacional madrileño que todos los ajedrecistas de la capital apreciamos, estoy hablando de Santiago Roa, pase lo que pase cuando juegas contra él, respeta a cualquier rival y analiza con frialdad la partida, te felicita cuando juegas bien y te anima cuando pierdes por errores garrafales y siempre bromea y comenta contigo la partida en días posteriores del torneo si ha visto algo interesante.
Fue el caso de la partida que jugamos recientemente el pasado mes de septiembre en el II Open Internacional del Distrito de Chamartín, aparte de consolarme por mi derrota que el entendió que había sido por mis ganas de seguir jugando a ganar un final de torres en el que tenía una más que mínima ventaja, en jornadas posteriores se acercó para decirme que habíamos jugado como una partida de Euwe y Breyer de los años 20, yo me quede muy sorprendido porque estuve inventando todo desde la tercera jugada, y le dije a mi hermano:
– ¿Has visto lo que me dice el maestro Roa, resulta que jugué como Euwe?
A lo que Roa, me corrigió:
– No, perdona, como Euwe he jugado yo, tú eras Breyer.
El resto del torneo cada vez que nos cruzábamos, me repetía:
– ¿De verdad que no conocías la partida de Euwe? Jesús, no me engañes.
Desde aquí te confirmo una vez más que no la conocía, pero no me importara que vuelvas a preguntármelo la próxima vez que nos veamos.
Hay muchos más maestros de ajedrez que pueden ser catalogados como tal pero estaréis conmigo que pocos podrán igualar a Santiago Roa.
Aquí os dejó la partida, incluyendo por supuesto, la Euwe-Breyer en los comentarios.
Escribiendo por no aburrirme
11 comentarios
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Yo nunca he jugado ningun torneo, ni he tenido la oprtunidad de jugar con algún maestro. Y por descgracia hacemucho tiempo que no juego al ajedrez, y era un juego que me encantaba. Durante la mili, nos pasabamos todo el dia jugando, y sobre todo durante las guardias, que fueron muchas. creamos un grupillo de fanaticos del tablero, pero es cierto que hay mucha gente que no sabe perder. Ceo que hay que saber ganar y saber acptar la derrota, es un juego que te enseña caballerosidad, en el buen sentido de la palabra. un saludo
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Pues Carlos siempre estas a tiempo de volver a jugar y ver lo que se siente jugando un torneo, Un saludo.
Normalmente el gran maestro que se cabrea al perder es porque tiene algún tipo de complejo de inferioridad. Aquellos que no necesitan demostrar a nadie lo buenos que son suelen ser los que mejor perder tienen.
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Bueno el complejo de inferioridad y el de superioridad van de la mano, así como puede servir para dejarse ir en los asuntos que no se dominan se tiene un aura de suficiencia en los que sí, para muestra las famosas rabietas de Kasparov cuando perdía con un rival teóricamente inferior. Si bien no solo los complejos explican estos comportamientos, la necesidad económica por lograr el mejor premio para aquellos que los torneos son su mayor fuente de ingresos y el excesivo orgullo de algunos son otras razones que lo explican.
siempre he deseado jugar al ajedrez
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Pues nunca es tarde para empezar, siempre hay un club de ajedrez cerca sólo hay que buscarlo
Me alegro de que al final pidiese perdón,creo que en ajedrez no tiene mucho sentido decir «No te has merecido ganar» el que gana es porque se lo merece
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Si, dicen que de sabios es rectificar y la verdad es que más de 24 horas después es meritorio el hecho de buscarme expresamente para hacerlo, pero sigue siendo más elegante felicitar al contrario y a otra cosa mariposa.
Orgullosa de mi hermano, y agradecida por tu comentario sobre él. Un saludo, Jesús.
Y yo muy orgullosa de mi hijo, que es grande en todo
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Gracias a las dos por comentar, tenéis motivos para estar orgullosas