Sin duda la risa es uno de esos placeres que de manera inapreciable mejora nuestra vida.
Tendemos a buscar la seriedad en todo lo que hacemos, a ofuscarnos enseguida con los contratiempos y son pocas las personas que ponen a la risa por bandera para enfrentar las contrariedades.
Pero, si algo tengo claro tras mi experiencia de vida es que no hay mejor solución o al menos reducción de un problema que enfrentarlo con una sonrisa.
Reírse es un acto instintivo pero no tan espontaneo como pudiéramos pensar, aquel que por su educación o naturaleza vive su vida pensando que la risa es casi un pecado difícilmente pondrá una mueca de risa en su cara, otros, sin embargo, tendrán la sonrisa a flor de piel y aumentaran el grado de la misma en función de las circunstancias.
Nadie podrá negar que es más agradable entrar en los sitios saludando acompañando el gesto con una sonrisa, que entrar de puntillas y con cara de pocos amigos, tampoco nadie podrá poner pegas a que cuando hablamos con un vecino, un amigo, la prima del pueblo o el conductor del autobús si añadimos una sonrisa de entrada la conversación será más agradable por mucho que los temas de fondo que tratemos sean farragosos.
No digamos ya en reuniones de trabajo donde algunos parece que se están jugando la vida esperando con un cuchillo entre los dientes y con caras de palo propias de las películas de criminales, cuando uno acompaña a sus argumentos con una cara sonriente las posibilidades de que tus argumentos sean comprendidos y apoyados aumentan contrariamente a la creencia que hay de que una postura vehemente tiende a convencer más a la gente, no es convicción normalmente es obediencia.
Además reírse no cuesta dinero y es beneficioso para uno mismo, es un repelente para depresiones, para lloros, para enfados e incluso para malas compañías, aquellos que practican el mal rollo tienden a alejarse de las personas sonrientes cuando ven que no pueden quitarles la sonrisa de la cara.
Y por si fuera poco, es bueno para la salud, los expertos dicen que después de reírse, la presión sanguínea baja y el corazón se desacelera, eso sí, como todo en la vida hay que hacerlo con moderación que como bien sabemos algunas cosas son para morirse de risa.

Escribiendo por no aburrirme
1 comentario
Totalmente de acuerdo Jesús. En realidad dentro del marco de la inteligencia emocional, a la que tan poco tiempo se dedica en el mundo de la educación, está lo que tú planteas con tanto acierto en tu artículo.