El cuento del informatico sin ordenador

Érase una vez, en un recóndito lugar de la Tierra llamado España, que vivía un informatico que no tenía ordenador.

Toda su vida se había educado para ser una eminencia en su campo pero por culpa de un pérfido mandatario se había visto abocado a la penuria más cruel.

Mas el informatico no se resignaba a su destino e iba recogiendo cualquier material que le pudiera servir para construirse uno con sus propias manos, paseaba por bulevares pintorescos viendo escaparates con preciosos dispositivos de última generación a precios de ganga, pero él no tenía ni un céntimo y su orgullo no le permitía mendigar u obtener dinero de algo que no fuera su profesión.

Recordaba con añoranza aquellos tiempos felices en que tenía en su mesa varias CPU’s con todo tipo de Sistemas Operativos y aplicaciones de lo más diversos, aquellos tiempos en que programaba cualquier tipo de software para el disfrute de aquellos que luego le dejaron en la estacada.

Toda su vida había estado tan centrada en el mundo de los ordenadores que apenas tenía amigos ni contactos más allá de su esfera de trabajo, había gastado sin control porque el dinero era un castigo para él y solo vivía para sumergirse en los vericuetos que los bits y los pixeles habilitaban a su paso.

No había podido adentrarse en el mundo de los smartphones porque el dinero le abandonó antes de su llegada, pero sin duda hubiera sido un gurú en este campo.

informatico

Pero un día, un potentado tropezó mientras hablaba con su potente móvil con las cajas de cartones que daban cobijo a nuestro querido informatico, provocando que el portátil de ultima generación ultra-diminuto que portaba cayera con estrepito al suelo, mientras el malhumorado acaudalado profería todo tipo de improperios al pobre informatico, esté sólo tenía ojos para aquel prodigio de la técnica que reposaba en el suelo al lado de sus pies.

Irguiose con sus ojos iluminados como hace años nadie había visto, y sin ser avistado por el poderoso, se apresuró a pasar sus otrora veloces dedos sobre el teclado de aquella maravilla de la técnica, tras varios minutos de lamentos groseros el millonario se percató de la destreza de aquel pordiosero en el manejo del ordenador, que él solo sabía poco más que encender, y admiróse de ello, las palabras malsonantes desaparecieron de su boca aunque esta se mantuvo abierta durante varios minutos más.

 

El informatico disfrutaba como hace años no había podido con aquel engendro prodigioso que accidentalmente había caído en sus manos y vivía ajeno al a su vez perplejo potentado, hasta que este exclamo:

¡Albricias¡ ¿acaso es usted la reencarnación de Bill Gates?

A lo que el informatico respondió:

Un poco de respeto, por favor, he soportado sus improperios pero esto pasa de castaño oscuro, no consiento a nadie que me compare con Bill Gates.

El adinerado, profundamente contrariado, se agacho y recupero su portátil mientras el informatico miraba fijamente como aquella maravilla de la técnica se alejaba de sus manos, mientras pensaba:

¿Por qué seré tan orgulloso?, si en mi vida he visto a Bill Gates, vaya usted a saber cuándo tendré oportunidad de tener un dispositivo como ese en mis manos.

 

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8 comentarios

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    • Alag el 24 septiembre, 2013 a las 17:07
    • Responder

    Me he quedado tan perpleja con este cuento, como el millonario con el informático. Interesante forma de plantear la realidad de la vida. Cómo no puedes centrarte y obsesionarte sólo en el trabajo y dejar de lado todo lo demás que te rodea. Un abrazo

    1. No lo resumas tan certeramente que luego la gente sólo va a leer tu comentario. 😎
      Gracias por tu aporte

    • derobertis el 24 septiembre, 2013 a las 18:11
    • Responder

    ¿Y que hay del afán de superación de las personas?,¿de la búsqueda de segundas oportunidades?,¿dónde han quedado los finales felices de los cuentos?. Espero una segunda parte… :-).

    «La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir».
    Gabriel García Márquez

  1. No sé, me parecía poco creíble que el millonario y el informático fueran felices y comieran perdices

    • Hijito el 26 septiembre, 2013 a las 17:49
    • Responder

    esto solo ocurre en España…

    1. Hijo mio, es un cuento, nada es real, no era mi intención que no pudieras dormir por las noches

    • Kike el 30 septiembre, 2013 a las 18:58
    • Responder

    El orgullo es un mal aliado cuando las cosas no marchan bien, y cuando marchan bien es peor aliado todavía.

    1. Pues yo estoy orgulloso de tu comentario, ¿será eso bueno o malo? 😎

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